Sin dudas que la experiencia exportadora para una pequeña empresa es un objetivo importante de alcanzar. Ahora si nos planteamos el riesgo que conlleva, recursos y factibilidad del negocio, inversión, plazos en los pagos, capacidad negociadora, entre otros aspectos, nos conlleva a plantearnos si nuestra empresa está preparada para realizarlo.
Ahora, si observamos los beneficios que esto reporta como no solo volcar nuestra producción en el mercado local, sino diversificar y aumentar nuestra cartera de clientes, reducir el riesgo al vender a diversos mercados, el poder aumentar nuestro volumen de ventas y, por ende, disminuir el costo de producción por unidad, mitigando las demandas estacionales, nos hace replantearnos este gran objetivo.
La exportación representa para las empresas un desarrollo profesional importante en donde se obliga a ser más competitivo y, por ende, a crecer, aprovechando excedentes de producción y acceso a mercados financieros internacionales y por sobre todo, a posicionar nuestra marca.